Hemos visto, que al marcarnos algunos objetivos (normalmente dentro de los de largo plazo), algunos acaban siendo inevitablemente algo genéricos. Vemos que el cambio que queremos conseguir, implica un listado de acciones que son las que nos permiten llegar a ese cambio, hacerlo medible, de alguna forma o darlo por conseguido o no, cuando acabe el plazo que nos hemos puesto.
Algunos ejemplos de estos objetivos serían:
- Comer más sano
- Tener un estilo de vida más sostenible
- Hacer reformas/arreglos pendientes en casa
Estos objetivos son genéricos, pero a la vez tiene sentido que nos los marquemos tal cual a largo plazo, porque marcarnos un desglose de estos haría que todos los objetivos a largo plazo se centraran en un solo tema, o bien que acabáramos decantándonos solo por una de las pequeñas acciones que lo forman, que no nos permetirían conseguir el cambio al nivel que queremos.
Para eso, está bien poder identificar aquellos objetivos que requieren un desglose, y, cuando nos los marquemos, poder establecer una lista de premisas que sean las que determinen si estamos consiguiendo ese objetivo o no, o las que determinan las acciones clave que darán ese objetivo por conseguido, cuando las estemos cumpliendo.
Por ejemplo, en el objetivo genérico de «comer más sano», podríamos establecer estas 8 premisas, haciéndonos la pregunta «¿qué es para mí comer más sano?»:
¡Nos vemos la semana que viene!
Nora.
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